En cierto lugar del cielo
se escondían
las huestes peligrosas de millones de profetas.
Caníbales sin rostro.
A pesar de ello nada cambia.
(Pues hoy es el día)
Somos los complices benditos de tu martirio
a
tiempo
de
reducir
este
mundo
a
cenizas.
Aunque ya no quede luz
puedo ver el fuego
y también
las sombras de los redentores
Ángeles bailando ritmos de danzas vudúes.
miércoles, 11 de enero de 2012
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